¿Cómo participar?

Jornada Celebración 45° Aniversario

Jornada Celebración 45° Aniversario

Agradecimientos (que, como sucede en los festejos, son extensos):
– A los colegas del Consejo directivo anterior -especialmente a Natalia Blanco- quienes, por alguna razón, me convocaron para pensar el tema de este encuentro y, ya con Silvina Hernández, su formato y su título.
– A los colegas con los que comparto el consejo directivo actual y con quienes tenemos la alegría de iniciar con esta celebración.
– A los colegas y amigos de Mayéutica-Institución psicoanalítica por el tiempo y el trabajo compartido, porque nos elegimos cada vez para hacer esta institución y para ser, a nuestra vez, burilados por ella.
– A los analistas de la comunidad, con quienes sostenemos debates fructíferos que hacen que este animal vivo que es el psicoanálisis siga creciendo.
– A los compañeros de mesa con quienes hoy compartimos está celebración.
– A Roberto Harari, Alberto Franco y Mara Musolino: in memoriam. Por arar y hacer surcos, que son algunas de nuestras marcas.



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Atesoro el recuerdo de mi último encuentro con Harari, un encuentro de mi análisis de control en el que él me recibió nombrándome así: “mi comentarista”. Poco antes, Roberto me había encargado el comentario de su libro La significación del falo de Lacan para la Imago agenda y, luego, el de éste que nombra nuestra mesa de hoy, Márgenes interiores, para El Sigma. Por esas cosas obstinadas del azar yo iba a ese encuentro desde el velatorio de quien había sido mi analista muchos años, alguien a quien -por lo también azaroso, de los encuentros, en este caso- Roberto conocía y a quién quería mucho. Me tocó darle la triste noticia -bastante incómoda, sin saber bien cómo por el estado en el que él mismo estaba-, en ese que -ninguno de los dos lo sabía todavía- iba a ser nuestro último encuentro. Este recuerdo lleno de afectos diversos me acompaña hoy, soplado por los Márgenes interiores.



Voy a comenzar leyendo el fragmento de Ellis Island de Georges Perec que había elegido entonces para cerrar mi comentario del libro de Harari:



“Al principio, sólo se puede intentar
nombrar las cosas, una
a una, chatamente,
enumerarlas, numerarlas,
de la manera más
banal posible,
de la manera más precisa
posible,
tratando de no olvidar nada.
por ejemplo:
dos grandes lavabos de loza blanca, uno de ello
provisto de una escurridera manual
cuatro sillas
dos tablas de planchar reposando sobre largos
pies de hierro calado, uno de base rectangular,
otro de base oval; una sostiene una plancha
eléctrica; la otra, recubierta de un espeso
tejido blanquecino, está provista de un resto
de paño rayado, análogo a la tela de un colchón;
tres máquinas de coser, dos de las cuales están
todavía equipadas con sus cabezales, una Singer
y una White Rotary;
y, a los dos tercios de la altura, dos largas tablas
atornilladas en los mosaicos de las paredes, que
todavía mantienen recuerdos de cuerdas
de tender ropa
es lo que se ve hoy
y sólo sabemos que no era
así a principios de
siglo
pero es aquello que nos es dado ver
y es sólo aquello que podemos mostrar”



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Piezas sueltas para construir un artefacto
Me convocaron a este lugar en esta mesa para hablar después de mis compañeros. Entonces: ¿cómo decir algo que ya no haya sido dicho, o cómo decir de otra manera? ¿cómo hacer conjugar la materia y la forma -eso que solemos decir cuando decimos que no hay distancia entre lo que se dice y cómo se dice-? En última instancia ¿cómo mostrar y no intentar demostrar?



Siguiendo la propuesta que repta en Márgenes…, se trata de algo que se arma a partir de temas pero sin ninguna aspiración a síntesis; voy poniendo mis piezas que, como las de los puzzles no aspiran más que a una forma que revela las fisuras en su constitución.



Tal como Harari lo concibe, el “margen interior” -superficie topológica que formula cuando recopila los epígrafes que ha usado en su libros, en sus textos- supone una proveniencia prima facie extranjera al psicoanálisis, una referencia que hace posible pensar que eso que es de un supuesto “afuera” puede ser laborado “adentro” -los epígrafes, entonces, texto en el texto pero ¿parte del texto?-. Eso nos remite a un interior del margen (tomando como referencia a las mostraciones topológicas de Lacan); margen interior es un “dentro-fuera o un fuera-dentro”: ese margen interior ¿es entonces un entre? El título de nuestro encuentro de hoy es “Márgenes interiores entre arte y psicoanálisis”. Si el margen -interior- define una zona de encuentro, de reversión, de inside out ¿por qué usar el “entre”? ¿Haría falta efectivamente esa reduplicación? En tal caso, ¿sería una efectiva duplicación o se trata de otra cosa?
Ubiquemos algunas definiciones posibles para esta preposición*:



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1 Perec, G.: Ellis Island, Bs. As., Libros del Zorzal, 2004, pág. 35 y ss. Trad. L. Kulesz
* Gracias a la poeta Giselle Aronson que expuso en la presentación del libro de Marcos Bertorello -El moñito de Lacan- estas formas de ubicar el “entre”, tomadas, a su vez de https://www.wordreference.com/definicion/entre



Entre
prep.
1. Denota la situación o estado entre dos o más cosas o acciones:
esta aldea está entre Asturias y León.
2. Dentro de, en lo interior:
lo puso entre las páginas de un libro.
3. Expresa estado intermedio:
sus ojos eran entre verdes y marrones.
4. En una colectividad:
era un rito secreto entre los masones.
5. Indica colaboración o participación:
lo haremos entre todos.



Situemos simplemente esto que las definiciones arrojan: sin duda hay posibilidad de trazar el entre en torno al margen o a una zona dentro-fuera; pero también el entre convoca algo que sucede en el marco de un colectivo específico.



Tomemos también ahora para nuestro artefacto algún fragmento de las maneras en que Deleuze -mago del entre¬ define este posicionamiento:
“… no es que un término devenga otro, sino que cada uno encuentra al otro, un único devenir que no es común para los dos… sino que está entre los dos, que tiene su propia dirección… así es como se esboza un devenir… que ya no es de nadie, sino que está “entre” todo el mundo… la conjunción Y no es ni una reunión ni una yuxtaposición, sino el nacimiento de un tartamudeo, el trazado de una línea quebrada que parte siempre en dirección adyacente, en línea de fuga activa y creadora” .



Así, el entre y el margen interior parecen definir una zona pero también un movimiento. El gesto que supone la importación conceptual tanto como el gesto que supone la recepción ¿se ubicarían en esa misma zona? ¿Participarían de ese mismo movimiento? Recordémoslo: la importación conceptual implica “introducirse en problemáticas de otras disciplinas para que, mediante el análisis, le sea factible (al psicoanálisis) replantear cuestiones, trazar nuevas fronteras, generar problemáticas novedosas…, enriquecer el corpus conceptual” ; en tanto que la recepción supone de modo conjunto una apropiación y un rechazo, una reacción variada a una obra e, incluso, la posibilidad de dar una respuesta generando una obra nueva .
Pero ¿por qué elongar los límites de nuestra disciplina haciendo entrar en ellos algunos conceptos, algunas búsquedas?



Hace unos días visitaba maravillada El infinito, la hermosísima muestra de Pablo Bernasconi que puede recorrerse en el Centro Cultural de la Ciencia. En el texto con el que recibe a los visitantes, Bernasconi escribe: “Cuando el intelecto intenta describir el



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2 Deleuze, G. y Parnet, C.: Diálogos, Valencia, Pre-textos, 1980. Trad. J. Vázquez
3 Harari, R.: Polifonías. Del arte en psicoanálisis, Barcelona, Del Serbal, 1998, pág. 23
4 Jauss, H.: “Estética de la recepción y comunicación literaria”, en Punto de vista, año IV, N.º 12, 1981, pág. 34. Trad. B. Sarlo



infinito, los números no alcanzan, las fórmulas se despedazan, surgen las paradojas, y sobreviene la angustia. La poesía, en cambio, propone un acercamiento a escala humana; nos aleja de la soberbia y resuelve de modo amable una pregunta inasible. La metáfora es un ejemplo contundente de humildad y consideración, desde el momento en que está dedicada a la inteligencia del otro, del lector. Esta muestra me llevó tres años de trabajo. Intenta cruzar universos, el de la ciencia y el del arte, el de la mitología y el de la religión, el de la poesía y el de la abstracción. El infinito es una excusa perfecta para el experimento que quiero llevar a cabo aquí. La soberbia del intelecto, frente al bálsamo de la poesía” .



Con un tópico que no es cualquiera pero que podría serlo, Bernasconi dibuja los puntos de engranaje entre las disciplinas y las artes, incluye el diálogo entre la obra y su lector/receptor y expone con una claridad radiante que una misma pregunta encuentra modos de aproximación de respuesta diferentes en cada una de las disciplinas que la intentan abordar y en las artes que buscan asirla.



Digámoslo de otro modo: lo que encontramos en la conversación con otras disciplinas, con el arte, son las mismas preguntas para las que aproximamos respuestas distintas de acuerdo con la pertenencia a nuestro campo, la ubicación en nuestro corpus conceptual y, en nuestro caso, la peculiar ubicación de nuestra disciplina como una praxis que comporta la junción entre teoría y clínica. Cada vez que hacemos el gesto tendiente al encuentro del que puede surgir la importación conceptual nos sumergimos en las respuestas que, a las mismas preguntas, otros se han dado y en las que abrevamos para cincelar las nuestras.
Ubiquemos, para ir finalizando el recuento de piezas, la última pieza para nuestro puzzle: como sabemos, llamamos Psicoanálisis en extensión tanto a la ya mencionada labor de importación conceptual como al trabajo en la institución psicoanalítica. Tanto una como la otra no son algo-así-como cuestiones electivas: hacen al corazón mismo de nuestra praxis. Y este uso compartido por ambas modalidades de la extensión motoriza la pregunta por ese espacio interiormente marginal (¿valdría la inversión?) que implica el estar entre los miembros en la institución y el entramado complejo que se suscita en la importación conceptual. Más todavía: ¿podríamos pensar al psicoanálisis sin sostenerse en este modo de junción de lo que, anfibología mediante, llamamos psicoanálisis en extensión?



Me gusta pensar aquí en esta tarde que -en una de las versiones en que lo sostenemos- el margen interior en el que nos constituimos hoy se baliza con un nombre; para muchos de nosotros, aquí presentes, se llama así: Mayéutica-Institución Psicoanalítica.



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Bernasconi, P.: El infinito, presentación. Recuperado de: http://c3.mincyt.gob.ar/exposiciones/el-infinito/

Desde que escuché el intercambio que se llevaría en la mesa de Aniversario me pregunté que era lo que el título me convocaba, cómo me tocaba o qué me hacía querer decir. Y entre pensamientos y sentimientos, me llega simultáneamente otra invitación por parte de un compañero literato y artista: escribir la presentación del poemario de un autor al que no conozco personalmente y recién me acerco a su obra. De entrada, solo conozco el título del libro “el hueco del amor” así como las referencias que mi compañero César (editor del libro) me señala para invitarme y sumarme a la aventura de escribir.
De este modo Cesar, es el puente entre los poemas de Gerardo Bonilla y mi escritura. El acto “invitación” pone en marcha una operación de creación. Una demanda hace grieta y abre el agujero del mundo. Mi mundo que se resquebraja para verter su sabia y re-escribirse al entintar nuevas letras.
¿Acaso no es ésta la disposición del artista? Un llamado que supone un agujero por donde pasa el mundo, dirá poéticamente Amelia Biagoni y cito: “…Fija, vaciada, ausente, un agujero soy por donde pasa el mundo, veloz, sin detenerse, agitando sombreros, se escurre en mi vacío, cómo huye. Oh puerta, piel, árbol jadeantes, ¡Paren basta! Suplico sin lengua, me interpongo sin cuerpo…”
Y heme aquí, sin palabras en las que mi lengua pueda sostenerse, sin un saber conocido que de garante al decir desde el sentido. Sin conocer los vectores e intenciones del autor en su escritura. Vacío, lleno de ausencia, preñado por el acto invitación que convoca al deseo. Dejándome escribir por las letras para dar a luz un nuevo escrito. Asomándome en los terrenos de la creación y esperando que el manantial poiético estremezca y rompa el yo autoral para alumbrar una invención.
Una invitación hace luz, despierta, convoca a hacer surgir lo que antes no existía y entre gritos da lugar “al arte de hacer nacer”. Maieutiké referirían los griegos, palabras que hoy bien podría ubicar como “arte de hacer nacer o dar a luz al humano gritón”.
Bajo este panorama, Poemario, Grita y Mayeútica, hacen nacer al que antes todavía no era y al hacer cuerpo en mí, marcan y estilizan las letras por venir. Cesar, Natatxa y Gabriela, Poema, deseo e invitación, potencian a hacer con el agujero quizás un poema o tal vez una canción. ¿Qué podrá hacer-ser el hueco del a-mor?

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1 Fragmento del poema “Me distrage un momento” de Amelia Biagoni.

Grietas donde nacen borbotones,
Badajos que provocan explosiones.
Herida que marca y hace diferencia.
Fuego que baila al son de tu ausencia.
Voces caricias y miradas,
Balbuceos, pliegues, pinceladas.
Demandas que potencian la creación.
Agujero que incita la invención.
Todo viene del agujero, del agujero del a-mor.

Escribí la presentación del poemario desde la marca que dejó en mi carne la lectura de los poemas de Gerardo Bonilla. Marca donde el amor desnudó mis silencios y dejó un hueco que convocó a las palabras para dar lugar a los versos antes escritos. Sin conocer al autor, ignorando el sentido de su obra, no me queda más que escuchar mi lectura y en ella dejarme arrullar por lo sonidos que me hicieron soñar. Sin el autor que traza el origen, solo quedan restos, trozos, trazos para releer y recrear. Sentidos que se evaporan haciendo nacer escrituras múltiples. Al no conocer al autor, todo sentido está velado y por tanto devienen múltiples sentidos. Sin origen o fondo al que llegar, sin misterio a descifrar, el poema es una invitación a recorrer sobre las superficies.
Bajo este panorama, escribo lleno de la ausencia que me deja el “Hueco del amor”, colmado por la pregunta huérfana que ha de buscar su hogar en la voz que arrulla, en la danza de los zancudos, en los aros de fuego, en el ratón carismático, en el parque de diversiones, en el observatorio del mundo o en la grieta entre la vida y muerte.
Me detengo en la importancia que estriba la grieta porque es a causa de ella, que emerge la vida. No hay sujeto sin el corte que lo separa del otro y que le permite asirse un lugar desde su propio deseo. El deseo surge como consecuencia de la incisión que separa y hace una herida como inscripción de amor. Podemos decir que la herida que deja el corte es un acto de amor que posibilita el interminable juego del amar.
Invitaciones que desde el amor hacen grieta, cortan, agujeran y hacen que brote desde la herida una nueva inscripción. Demandas que hacen marcas para traer al mundo al ser que hablado es, hablante de lenguas mudas o extranjeras, lenguas que traicionan la idea de una sola lengua universal. Lengua que engarza lo efímero del sentido y convoca a lalengua de la locura, lalengua de la poética.
Barthes, Foucault y Agamben declaran cada uno a su modo, que el autor ha muerto y con ello explicitan que el autor no es el garante del sentido de la obra. No hay unidad de sentido, consistencia o identificación en la persona del autor y su obra. No es el yo del autor el que habla, sino el lenguaje y éste no conoce una persona sino a un sujeto dividido, vacío excepto en el momento de su enunciación. El yo por tanto, está vacío y se llena por el contexto que lo produce y le da sentido. Nunca se sabe quien es el yo. Al morir el autor se da lugar a la lectura que deviene en nueva escritura, un acto de creación ¿podrá aquí el lector devenir artista creador o inlcuso escritor inventor?
Macedonio Fernández con la convicción de que es el tiempo del lector sobre el autor señala que la carrera literaria más difícil es la del lector. Bajo este panorama Borges hace lo propio y revela al lector-escritor en Pierre Menard, autor del Quijote. El lector, escritor Menard, en éste caso, a través de su lectura irreverente y loca del Quijote, roba y plagia en su escrituran a Cervantes. Aunque su plagio es literal, copia realizada letra por letra, fracturando las nociones de autor y texto original, pues el Quijote de Menard es radicalmente distinto, pues en él se lee el foco de la cultura dirá Barthés y no el sentido del autor. Borges en el Quijote de Menard se plantea “No queria componer otro Quijote – lo cual es fácil-, sino el Quijote” . ¿Cómo leer por primera vez el texto que se ya se ha leído alguna vez?, ¿cómo hacer que la lectura al ser escuchada se trasnforme y se vuelva a inventar? En esa misma linea Borges comenta “…Componer el Quijote a principios del siglo XVII era una empresa razonable, necesaria, acaso fatal; a principios del XX es casi imposible. No en vano han transcurrido 300 años cargados de complejisimos hechos. Entre ellos para mencionar uno solo: el mismo Quijote” .
La lejanía del texto podría hacer pensar la paradoja borgiana que el libro no ha sido escrito, pero si leído, hablado, escuchado. El punto en donde un autor devine lector y un lector escritor. En este sentido, Borges destruye la idea de indentidad fija de un texto con su autor, así como también la premisa de que un texto sea original y otro sea copia. Por tanto hay tantos autores como lectores-escritores del texto. Sin embargo ¿de qué lectura nos habla Borges? Sin duda de la mala lectura, aquella que lee fuera de los canones estrablecidos en la gramática y el sentido y que hace surgir una vez más al Quijote. Lectura hereje que supone un uso irreverente de la escritura en la que el lector propone una utopia, ser el autor del Quijote. Una suerte de saber hacer con lo imposible. Lectura loca de esas que los artistas privilegian sobre la lucidez, esas que hacen soñar despierto para inventar y ficcionar la realidad.

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2 Borges, Jorge Luis, Obras Completas. Buenos Aires: Emecé Editores, 1996, p. 446.
3 Ibid, p. 448

¿Será que ésta lectura loca propuesta por Borges tiene alguna relación con la escritura de los locos que tanto interesaba a Lacan? De ser así, estamos en el acantilado del horizonte que nos revela un estilo singular fuera de los rasgos identitaros que el autor funda en su escritura. El estilo se revela como una operación función que se constituye desde el vacío que deja la muerte del autor como creador y convoca a la invención. Bajo éste panorama, recordemos que Lacan se interesa en el estilo de los locos, en la relación de creación que impone el delirio y la posibilidad de la existencia de una sintaxis original que daba cuentas de un acontecer singular y poético. El estilo por tanto no puede robarse, transferirse, o alterarse, el estilo debe inventarse, crearse. El conde Buffon refiere que “el estilo es el hombre mismo” y si con lo abordado hasta aquí, podemos afirmar que el hombre es hablado por el lenguaje. El lenguaje debe poseer la potencia creadora que solo brinda la poética. Así lo sostiene Roman Jakcobson en 1958 en su exposición dentro de un Congreso sobre el estilo, él expone que la poética debe estar dento de los estudios de la lingüística, y con ello da cuentas de la función poética del lenguaje. La poética existe dentro todo texto literario y no solo en la poesía. Podemos pensar que hay algo de poesía en todo texto que se lee, o bien toda escucha trae consigo el desdoble que permite la poética. Artista, analista y poeta. Artífice, hacedor e inventor. 3 anudados, articulados desde lo imposible de soportar y decir pero bebiendo todos de la misma fuente: la poises.
De la mano de Octavio Paz que camina con Jacokbon nos revela el camino de la poética en su poema “Decir y hacer” y cito un fragmento. ¿Será que ésta lectura loca propuesta por Borges tiene alguna relación con la escritura de los locos que tanto interesaba a Lacan? De ser así, estamos en el acantilado del horizonte que nos revela un estilo singular fuera de los rasgos identitaros que el autor funda en su escritura. El estilo se revela como una operación función que se constituye desde el vacío que deja la muerte del autor como creador y convoca a la invención. Bajo éste panorama, recordemos que Lacan se interesa en el estilo de los locos, en la relación de creación que impone el delirio y la posibilidad de la existencia de una sintaxis original que daba cuentas de un acontecer singular y poético. El estilo por tanto no puede robarse, transferirse, o alterarse, el estilo debe inventarse, crearse. El conde Buffon refiere que “el estilo es el hombre mismo” y si con lo abordado hasta aquí, podemos afirmar que el hombre es hablado por el lenguaje. El lenguaje debe poseer la potencia creadora que solo brinda la poética. Así lo sostiene Roman Jakcobson en 1958 en su exposición dentro de un Congreso sobre el estilo, él expone que la poética debe estar dento de los estudios de la lingüística, y con ello da cuentas de la función poética del lenguaje. La poética existe dentro todo texto literario y no solo en la poesía. Podemos pensar que hay algo de poesía en todo texto que se lee, o bien toda escucha trae consigo el desdoble que permite la poética. Artista, analista y poeta. Artífice, hacedor e inventor. 3 anudados, articulados desde lo imposible de soportar y decir pero bebiendo todos de la misma fuente: la poises.
De la mano de Octavio Paz que camina con Jacokbon nos revela el camino de la poética en su poema “Decir y hacer” y cito un fragmento.

No es un decir: es un hacer.
Es un hacer que es un decir.
La poesía se dice y se oye: es real.
Y apenas digo es real,se disipa.

Paz nos permite vislumbrar que la poesía no solo remite a un decir estructurado desde los cánones preestablecidos, sino que también revela la dimensión del acto, el hecho mismo del decir. En este sentido lo que el acto produce no es igual a lo que en origen parece escribir. En otras palabras, si bien la poesía se articula en el lenguaje, ésta produce en su hacer una otra dimensión al mismo. Permite, de alguna manera, habitar el lenguaje de otro modo, realizar una suerte de disección en él, para descubrirle algo nuevo. No hay poesía sin lenguaje, pero la poesía, para serlo, debe trascender el lenguaje. Es como si el poeta

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4 Fragmento del poema “Decir y Hacer” de Octavio Paz.

inventara una nueva lengua. La poesía revela la potencia del lenguaje en su dimensión poética.
Volviendo al poemario con el que inicio el texto y mi desconocimiento sobre el autor, vale decir que en la poesía no hay un yo autoral que pueda enajenar la voz del enunciado poético, el enunciado poético se multiplica, lo quiera o no el poeta. Por tanto, las voces del poeta son múltiples. Son espacios donde resuenan otros versos, otros poemas. Son las reverberaciones, las vibraciones, las resonancias las que conectan lo antes dicho con lo otro. Un poema hace sonar por primera vez lo que antes se había leído. En un instante el poema se disloca y hace sonar por primera vez lo que en apariencia ya se había escuchado. De este modo el sonido y la reberberancia producen escrituras múltiples cada vez que se escucha.
Para terminar en el Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11 Lacan nos regala “No soy un poeta, sino un poema. Y que se escribe, pese a que tiene el aire de ser sujeto” . Y yo agregro “Soy poema y que en su resonar se escribe cada vez y por primera vez”
Y finalmente entre orígenes, cimientos y fundamentos Alejandra Pizarnik nos dona una piedra fundamental donde cincelar lo que reverbera para ser escrito.

No puedo hablar con mi voz sino con mis voces.
Sus ojos eran la entrada del templo, para mí, que soy errante, que amo y muero. Y hubiese cantado hasta hacerme una con la noche, hasta deshacerme desnuda en la entrada del tiempo.
Un canto que atravieso como un túnel.
Presencias inquietantes,
gestos de figuras que se aparecen vivientes por obra de un lenguaje activo que las alude,
signos que insinúan terrores insolubles.
Una vibración de los cimientos, un trepidar de los fundamentos, drenan y barrenan,
y he sabido dónde se aposenta aquello tan otro que es yo, que espera que me calle para tomar posesión de mí y drenar y barrenar los cimientos, los fundamentos. 6

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5 Jaques Lacan. Intervenciones y Textos 2. (Argentina: editorial Manantial 1988), p. 61
6 Fragmento del poema “Piedra Fundamental” de Alejandra Pizarnik.

Márgenes interiores entre Psicoanálisis y Arte

El agradecimiento que experimento en este momento está vinculado a la importancia de celebrar en el día de hoy los honorables 45 años de existencia de Mayéutica y lo que eso significa en el contexto de la comunidad psicoanalítica.
Agradezco esta invitación, representando a la Escuela Freudiana de Buenos Aires y la posibilidad de honrar el tiempo recorrido por Mayéutica junto a otras instituciones pioneras en la fraternal creación de la urdimbre psicoanalítica porteña.
Son realmente muchos años de llevar adelante una tarea consistente y de profundo impacto en nuestra comunidad de trabajo. ¡Disfrutemos entonces de esta significativa celebración junto a colegas y amigos!

Agradezco también a Gabriela Spinelli y Silvina Hernández que me honraron con su solicitud en relación tanto a mi participación en esta mesa de trabajo, como con la solicitud de algunas obras de arte de mi autoría, para ilustrar tanto la invitación a esta convocatoria, como el bello video que diseñaron, para la difusión del evento.

Y por último agradezco a la vida que me permitió conocer íntimamente a dos miembros relevantes de Mayéutica que son Roberto Harari y Diana Voronovsky con los que he compartido el privilegio de una enorme amistad y a otros queridos colegas aquí presentes como a Zulema Lagrotta, Manuel Rubio o a Edgardo Feinsilber y otros, a quienes conozco y aprecio hace ya muchos años. Me alegra compartir con ellos este momento tan importante como también con las nuevas camadas de colegas.

Esta convocatoria lleva por nombre: Márgenes interiores entre psicoanálisis y arte título que entiendo está inspirado en el libro editado por Lumen de Roberto Harari, que dice además en su portada: Epígrafes de un psicoanalista. Allí retoma Roberto la idea de la importación conceptual en relación con otras disciplinas, llevada adelante por Freud y Lacan con el objeto de nutrir al psicoanálisis e impulsar su propio avance conceptual.

La elección de este modo de nominar esta celebración me brinda la oportunidad de hacer mi propio homenaje a la impronta que dejara sobre muchos de nosotros uno de sus Fundadores, Roberto Harari.

Esto me llevó a pensar:

¿Qué significa una cita y para qué se piensan los epígrafes? ¿Por qué Roberto Harari los utiliza en una gran mayoría de sus escritos? Sabemos que una cita, revela casi siempre un más allá del decir, y que cuenta por lo general con la apertura al recurso de la enunciación.

Acerco brevemente algunas reflexiones de Colette Soler que propone como es sabido que la cita, recorta un saber establecido, que pone en suspenso la relación entre el decir y lo dicho, justamente a través del recurso de la enunciación. Al referirse al pensamiento de un cierto autor elegido, introduce por medio de la enunciación que propone la cita, “algo en ella que hay que hacer surgir”. Justamente en el seminario El reverso del psicoanálisis Lacan ubica, asimismo, la interpretación analítica entre la cita y el enigma.

Cómo decir algo, aun cuando sea para negarlo, que en el fondo es como otra manera de decirlo, ubicando ese decir en el plano de una verdad y con el riesgo, de que esa verdad incluso pueda ser puesta en duda. Cómo hacer para poner en juego la verdad que anida en el corazón de cada cita sin que se cristalice como una verdad “toda”.

¿Y qué sucede cuando se hace pasar la cita a otro plano, incluso espacial, en el mismo formato del texto, elevándolo, para darle el estatuto de epígrafe?

Esta pregunta orienta la dirección de estas breves reflexiones.

Hace muchos años tuve la ocasión de solicitarle a mi entrañable amigo Roberto Harari, la elaboración un texto para la presentación de la muestra James Joyce en el Centro Cultural Recoleta. El respondió gustoso a ese desafío y en esa particular ocasión y siguiendo un estilo que le era muy propio eligió tres epígrafes para introducir su escrito. El libro en el que aparece es Palabra, violencia, segregación y otros improntus psicoanalíticos. El título del texto, alude a mi entonces exhibición y lo titula “Presentacion de James Joyce en Recoleta”

La invitación a este panel y la referencia que me hiciera Silvina Hernández en relación al interés que suscitó la relectura de ese breve texto para la elaboración de esta convocatoria, me llevan a proponer este modo de trabajo.

Justamente, me gustaría retomar en esta ocasión esos tres epígrafes, que propone Roberto y que preceden a su texto para interrogarlos a la luz de este homenaje. Un modo de interrogar “en acto” este particular modus operandi. De modo que pondré a trabajar los tres epígrafes que preceden el texto que elaborara Roberto Harari para esa oportunidad.

El primero es una cita de Proust de “Los placeres y los días” y dice
“¿la ausencia no es, para quien ama, la más cierta, la más eficaz, la más viva, la más indestructible, la más fiel de las presencias?”

El segundo, fue una cita del inmenso pintor Francis Bacon en una entrevista con un periodista llamado Silvester Y dice:
“no hay duda de que son muy misteriosos los medios de plasmar la apariencia, porque es indudable que a través de unas pinceladas accidentales la apariencia brota de pronto con un vigor que no podría aportar ninguno de los medios aceptados para plasmarla”

Finalmente el tercero que es nada menos que una cita de Nietzsche en su libro “Más allá del bien y del mal”:
“la madurez del hombre es haber recobrado la seriedad con que jugábamos cuando éramos niños”

Me interesaría articular muy brevemente cada uno de estos sugerentes epígrafes con algunas ideas que vienen del campo del arte en particular con el pensamiento del artista y pensador John Berger, para ponerlas en diálogo. Haré una breves consideraciones.

Comencemos por Proust, y su propuesta del lugar que ocupa el par “presencia ausencia” para quien ama. Se trata precisamente del for/da que se pone en juego en la escena de la pintura porque esencialmente es pieza estructural también en la construcción de la subjetividad que se despliega en la obra.
La pintura es una permanente afirmación de lo que está apareciendo y desapareciendo. Sin la desaparición probablemente no existiría la pintura… La pintura es efectivamente una afirmación de lo que se quiere hacer visible, y procede en su acto, deteniendo todo lo que se mueve, para darle visibilidad a aquello que el pintor en alguna medida no soporta perder. Ese juego de presencia ausencia, matriz de la subjetividad humana es también piedra basal en el acto de pintar.

Tomemos el segundo epígrafe y la reflexión de Francis Bacon respecto de los misteriosos métodos para plasmar la apariencia y el inexplicable modo en el que ella se hace presente a través de unas pinceladas.
Es verdad que las apariencias despliegan el semblante que revela que, el orden de lo visible al que estamos acostumbrados, coexiste con otros ordenes poco transitados, como el de los fantasmas, como el de lo inefable, y la pintura es un modo de poner en juego esa coexistencia. Los artistas son de alguna manera expertos exploradores de fronteras entre los distintos ordenes de lo visible, de donde a veces surge una apariencia extraña o inesperada, algo que el artista ignora de si mismo, pero que le permite confirmar algo desconocido de su propia existencia. Lo que todo artista busca, piensa John Berger, es que la pintura que realizó, le devuelva un rostro, una apariencia, en definitiva, una “mirada” de la cual el artista mismo, se constituye en un primer espectador.

¿Y acaso, no sucede algo similar con el que contempla una obra de arte que lo atrapa? Sin duda es interesante cómo se pone en juego la esquizia entre el ojo y la mirada, como así mismo también la “función cuadro” en el ejercicio de lectura que llevan a cabo tanto el artista como primer espectador de su propia obra como el espectador mismo, lectura, sin la cual, el circuito del arte no cierra.

En relación al último epígrafe, “la madurez del hombre es haber recobrado la seriedad con que jugábamos cuando éramos niños,” va un recuerdo que atesoro.

Una tarde de septiembre nos encontrábamos con Roberto en el living de casa. Nos habíamos propuesto trabajar en relación a la exhibición que se avecinaba. Lo recuerdo a Roberto sentado en una banqueta y a mi sobre la alfombra y a ambos rodeados de todos los cuadros esparcidos sobre el suelo. El objeto del encuentro era que él tomara contacto con la obra que se iba a exponer en el centro cultural Recoleta para elaborar su texto. Conversamos largamente. El desafío era “entrar” en la obra que estábamos viendo en ese momento. Yo le dije que pensaba que mis cuadros se parecían a las “palabras valija” que propone Lewis Carol, a lo que Roberto propuso la idea de que podríamos pensarlos como “imágenes valija”. Así fueron surgiendo diferentes nominaciones posibles. Caosmos fue la primera, luego humanimalidad, vagamunda y así, una a una, las obras fueron accediendo a un nombre propio.
Recuerdo esa tarde de sol, el desparramo de obra sobre la alfombra y que nos reíamos mucho trabajando. Parecía un juego. Un juego en las fronteras entre los distintos ordenes de lo visible y lo audible. Creo que sin decirlo, compartíamos con Roberto la idea que “existir” no es “subsistir” frente a los desafíos que propone la vida. Y que tal vez lo mejor que podíamos hacer juntos esa tarde, era inventar. Sin darnos cuenta, habíamos podido “entrar” en las pinturas allí esparcidas, y se había producido imperceptiblemente, un acto de colaboración entre ellas, las obras, y nosotros, que permitió nominarlas poniendo en evidencia eso “único” que las habitaba.

Por esas vueltas de la vida, aquellas obras son las mismas pinturas que acompañan en el día de hoy esta importante celebración. Como en un juego de cajas chinas “como en ese minué polifónico de préstamos”, como le gustaba decir a Roberto, hoy en una nueva vuelta moebiana de tuerca esa obra llamada “caosmos”, es la que honra con su imagen, esta importante celebración de 45 años de “existencia”, que no es “subsitencia”, de una institución como Mayéutica, que no cesa de “re inventar” y relanzar al psicoanálisis.

«Cada sujeto teje relaciones, como hilos de una araña, sobre determinadas propiedades de las cosas, entrelazándolas hasta configurar una sólida red que será portadora de su existencia»
Jakob von Uexküll

‘El arte para defendernos de la muerte’ (Nietszche)

“Todas las cosas en este mundo están mixturadas y penetradas por sus contrarios; todo está mezclado, no hay nada puro en nuestras manos”
Pierre Charron

“Trabajo en lo imposible de decir. Decir es otra cosa que hablar. El analizante habla, hace poesía. Hace poesía cuando llega – es poco frecuente, pero es arte (c´est art) Corto porque no quiero decir es tarde (c´est tard)”
J. Lacan, ‘Momento de concluir’, 20 /12/1977

Nos dice E.Roudinesco, que para Freud lo inconsciente, en el sentido de esa otra escena separada de la conciencia, es el primer schibboleth del psicoanálisis. Palabra hebrea que significa ‘espiga’que vale por su sonoridad, su acento, y que -aquí está la clave- vale por el modo en que se pronuncia. La persona que se interese en el psicoanálisis, si hace buen uso de esa contraseña como rasgo privilegiado, al margen de la lengua, contraseña extensiva luego a frases, conceptos, aforismos- probará si puede o no adherirse a la disciplina, lo que en su instancia fundacional implicaba poder formar parte de la sociedad psicoanalítica.
En ese primer tiempo lo que importaba era deslindar. Lindero: línea real o imaginaria que marca los límites de un terreno, una finca, una región y lo separa de otros. En este caso al psicoanálisis de otras ciencias o disciplinas aparentemente afines, aunque ‘terapiadoras de lo psíquico’ podríamos decir con Lacan eso es perder el tiempo (Radiofonía, 1970), marcando de este modo su especificidad.

1 Las gentes de Galaad desenmascaraban a las de Efraim pidiéndoles repetir esa palabra, pronunciar sibboleth los delataba como enemigos o adversarios. Ver E. Roudinesco, Diccionario amoroso del psicoanálisis.

Aun así, un análisis no deja de ser una terapéutica, un tratamiento psíquico, pero en tanto se ocupa desde un comienzo de ‘fenómenos marginales o residuales: el sueño, el lapsus, el chiste’ (JL, Seminario 6)
Es ese el hogar, la morada, en alemán, Zuhause, donde nos sentimos en casa.
En las distintas acepciones, los márgenes son: fronteras, cruzar al otro lado/ lo poco importante/ fuera de las normas / marginal en tanto segregación.
En otra dirección, los márgenes interiores, tal la aguda invención de Harari , que hace al dentro-afuera de la topología, los pliegues, las redes, la vecindad, lo abierto, lo discontinuo.
Es el pliegue del marsupial que aloja y mantiene a temperatura. ‘interior que no excluye ni expulsa’ (RH) Lacan nos dijo que en la Universidad –tal vez porque no lo descubrieron- se hizo de un pliegue en el que alojarse y producir a su aire durante un tiempo.
En el terreno que hoy nos convoca -márgenes entre arte y psicoanálisis- también podríamos llamarlo diálogo entre precursores y extraterritoriales, en ese terreno decimos, campo, linde, área desmalezada- ubicamos como referencia ineludible lo siniestro (Unheimlich) Esto es, la inscripción de experiencias inconscientes reprimidas, el retorno de cosas familiares -lo extraño en lo familiar- que puede producir horror y espanto. Es esta la pica que Freud coloca, clava, en el tapete del siglo XX, desbaratando y poniendo en crisis lo que se concebía hasta entonces como percepción estética. –se llama enclave a un territorio que ‘cae’ en el país de al lado –desde esa categoría, la de lo Unheimlich, es como deben repensarse de allí en mas lo bello y lo sublime. Al decir de Eugenio Trías, la categoría de lo siniestro entendida como condición y límite .
Heim (hogar) Heimat (territorio) Unheimlich (no familiar)
Hace a la crisis del realismo tradicional y el relato lineal. Cómo representar lo irrepresentable? No se alcanza lo real por la vía de la representación, Lacan pone en jaque las crisis del sentido, entre ellas la del cuerpo y su representación.

De allí entonces el abrevar en la ruptura manierista, el retorcimiento anamorfótico, el descentramiento de las representaciones, el goce barroco de Santa Teresa, el quiebre del equilibrio renacentista alrededor de una figura central. En la misma dirección, se sitúan las órbitas elípticas de Kepler, desbaratando la imagen armónica del universo en torno a un único núcleo.

Ubicamos que en las artes en general son convocadas la voz y la mirada, objetos pulsionales lacanianos por excelencia, la materia sonora y el soporte de la mirada

2 Harari, R., Márgenes interiores. Epígrafes de un psicoanalista, Bs As, Lumen, 2007.
3 Marchon, O., Rarezas geográficas, Bs As, ediciones Godot, 2001, pág 13.
4 Trias, E., Lo bello y lo siniestro( 1982) , Barcelona, editorial Ariel, 2001( 5° edición)
5 Maliska, M., Gozo(s): do síntoma ao sinthome, Pontes, Campinas, 2017, pág. 15.

pensemos la dimensión de lo audible en tanto mudo en el Estudio sobre el retrato del papa Inocencio X de Velázquez, de Bacon, o El grito de Munch)
Fusión y difuminado al mismo tiempo que hace a los límites entre las artes poéticas y las artes plásticas. Repertorio de palabras- valija e imágenes-valija
Buscar la des-colocación frente a nomenclaturas o géneros, generando el efecto de un vaciamiento semántico (Eduardo Stupía), una pérdida de los límites entre lo literario o lo visual, o demorando la aparición del apadrinador semántico (Daniel Santoro) para poder sacar algo del continuo.

En cuanto a la literatura en particular, ya que nuestro trabajo analítico con el lenguaje se ubica muy en cercanías del campo literario, la ostranenie (extrañamiento) de Shklovsky, la función poética de Jakobson, nos dicen de la potencia creadora de la palabra, la puesta en crisis de los automatismos del lenguaje, el necesario recupero de la ‘frescura’ del lenguaje ante la rutina que nos adormece, aquello que por cotidiano o repetido, nos sume en una letanía de convención y previsibilidad.
Se trata para nosotros de: ‘pensar cada palabra como si encerrara una vía de escape de la cárcel del lenguaje’ (Ricardo Piglia)
Homo faber-hombre hacedor-que hace objetos artificiales-artífice- Joyce y el Retrato del artista) Artificios. Artificiar con las lenguas. Inclusive en un punto, como dice John Berger, que tanto sabe de la fusión de la imagen y la palabra: ‘buscando en su propio almacén de observaciones pasadas’
Proceder como analistas, haciendo lugar a lo transitorio, lo rítmico, lo imprevisto, lo discontinuo, por arrugamiento (chiffonage) forzaje (forçage ) y telescopado de las palabras, para no quedarnos fijados en la exclusiva desarticulación de sgtes, buscando el despeje de la letra encarnada. Me gusta decir: desvalijando las palabras-valija, despojándolas de lo que atesoran.
Propiciando la vacilación entre sonido y sentido, que es el terreno de la poesía, como nos enseña Valery.
En otra dirección que la causalidad o determinación lineal, apostar a la causalidad circular de la recursividad: la operación no lineal que vuelve constantemente sobre sí misma retroalimentándose, al modo de los fractales, término que acuñó Mandelbrot a partir de frangere (romper en pedazos) y fractus (irregular) confluyendo ambos significados en el término fragmento. Lo que se rompe entonces en trozos impredictibles, en fragmentos irregulares, mas que desguazados pieza por pieza.
Equívoco inestable, la bifurcación incesante, el rastreo de lo impredecible.

6 Harari, R; Palabra, Violencia, Segregación. Y otros impromptus psicoanalíticos, Bs. As, Catálogos, 2007, en el capítulo: Presentación de la exposición de Ana Lía Werthein ‘James Joyce en Recoleta’ pág 285.

Decíamos al comienzo de los territorios: “[…] el territorio permite mantener juntas dos exigencias conflictivas: la seguridad y una frontera donde pasen cosas”
Hay entonces una periferia. No hay territorios en medio de la nada, hay copresencia, hay territorios vecinos.
Michel Serres hace una deriva posible en francés de lo propio Propre -la propiedad propriété y la pulcritud propreté lo propio Propre -pulcro-apropiado , a lo que proponemos sumar lo contaminado por influencia de esos territorios vecinos, lo in-mundo.
El paisajista y botánico Gilles Clement reivindicó las malezas, las plantas invasoras como reservorio de lo viviente, hoy por ese motivo se reivindican las plantas nativas. Lo llamó jardín en movimiento, jardín planetario, tercer paisaje, poniendo en cuestión el borde, la prolija línea geométrica que recorta los canteros.
Entonces importación selectiva sí, no sin lo que la marea deja en nuestros márgenes, limo fértil hecho de pensamientos de todos los tiempos y de todos los campos que circunscriban y amplíen sin cesar nuestro horizonte. Puede esto dar cuenta de lo dinámico, que se resiste a compartimentar saberes de las distintas ciencias e invita a habitar un entre, operando el pensamiento como intervalo.

Hacer con arte. En tanto autor: ser causa de algo.
Hete aquí uno de los pilares de la clínica lacaniana: el saberse causa de algo. (ver RH, ¿Cómo se llama James Joyce?) Saberse implicado en lo convocado como inconsciente, ser causante de un suceder, y al mismo tiempo tener arte para conseguir lo que se desea.
No hay libertad sin responsabilidad. Como los shokunim, maestros artesanos japoneses, buscar mejorar nuestro oficio.
Desde allí , no cesar o …la extinción. Nutrir al psicoanálisis para que no se consuma en una repetición estéril que agote sus reservas
“[…] minué polifónico, de préstamos, de interpenetraciones plurales, de universos ampliados en sus márgenes por la fructífera marca del Otro” (Harari) o también: pensar los territorios es “reactivar otros sentidos asociados a las palabras, ampliar su campo semántico, desterritorializarlos para re-territorializarlos en otra parte […]”
Psicoanálisis como casa de puertas abiertas. Que se sostenga en un nomadismo conceptual plural y polifónico. Es arte c´est art y no es tarde non c´est tard para obrar dando vida al psicoanálisis.

Beatriz Mattiangeli, septiembre 2022

7 Despret, V; Habitar como un pájaro. Modos de hacer y de pensar los territorios, Bs As Cactus, 2022. Pág 125 (nota al pie)
Ibíd, pág 29.
8 Alarcón, C., El tercer paraíso, Bs As, Alfaguara, 2022, pág 270-271.
9 Ibid, Habitar como…pág 147.